viernes, 16 de octubre de 2009

Norte lo podes perder

Durante mis primeros días libres post-verano pegué una changuita que consistió en desarmar los “chiringuitos” de mis amigos argentinos. Eran tres en total y se trataba de estructuras desmontables que estaban estacadas en la arena. Fue un trabajo de unos cuatro días, pero bastante exigentes. Algún chaparrón agresivo solía interrumpir el ritmo laboral, pero en cuestion de minutos volvia el sol y continuabamos.

Fernando es un amigo que trabajó toda la temporada de verano en uno de los “chiringuitos”. Pegamos buena onda y siempre que salía de laburar me pasaba a tomar unas copitas y a escuchar música conocida. En una de nuestras charlas surgió la coincidencia de que ninguno de los dos conocíamos todavía el norte de España, así que empezamos a planear un viaje de algunos días para recorrer esos lugares increíbles de los que tanto habíamos escuchado hablar.

El domingo 27 de agosto, ni bien salí de trabajar, Fer me estaba esperando con la mochila colgada a los hombros. Salí del resto y nos fuimos rápidamente hacia la estación de autobús de Valencia. No teníamos billete y cuando nos acercamos al mostrador la cajera nos dio la mala noticia de que tendríamos que esperar cuatro horas para encontrar un autobús con asientos libres. Esto implicaba que llegaríamos a Barcelona a la medianoche y que tendríamos que esperar hasta las 6 de la mañana para poder tomar un Metro que nos lleve a nuestro primer destino, Blanes.

Así fue, tratamos de dormir algo en la sala de espera de la Terminal, pero creo que ninguno de los dos lo logró. A la madrugada nos tomamos el primer Metro y después de aproximadamente una hora de viaje, llegamos a una pequeña pero bonita ciudad a las afueras de Barcelona. La prima de Fer vive ahí hace algunos años y fue ella quien nos prestó su auto para la recorrida norteña.

Después de un breve paseo por la ciudad y de un suculento almuerzo, descansamos un rato en el sillón del living, cargamos el auto con las mochilas y arrancamos.

Cuando anocheció y las horas mal dormidas empezaron a pasar factura, paramos en una estación de servicio con decenas de camiones estacionados alrededor. En una parcelita de pasto, que seguramente no estaba pensada para que la gente acampe, montamos la carpita y nos tiramos a dormir (acostados) un rato. Antes de que nos durmiéramos profundamente, llegó la lluvia. Nos llamó la atención que los chaparrones sean tan cronométricos, cada dos minutos el techo de la carpa amplificaba el estruendo seco que hacen las gotas al estallar en la lona, y luego, de un momento a otro, silencio. Al cabo de unos instantes nos dimos cuenta que se trataba de una regadora de césped que estaba instalada justo a nuestro alrededor, pero ninguno tuvo la iniciativa de interrumpir el descanso para cambiar de lugar. A la mañana temprano juntamos la carpa empapada y continuamos camino. Viajamos por rutas rodeadas de montañas, disfrutando de un clima soleado que es inusual en la zona y llegamos por la tarde a San Sebastián, un pueblo muy paquete que se llena de surferos. Nos quedamos recorriendo las playas mas conocidas y nos sentamos a tomar algo en un bar cuando llegó el atardecer. Por dos cervezas y unas papas fritas de paquete nos cobraron casi 10 euros, así que enseguida entendimos que había que buscar un lugar que se adecue mejor a nuestro perfil.

Al pasar por una típica taberna de esas que tienen un barra larguisima y ni una sola mesa, nos sentimos mas correspondidos y tuvimos que acercarnos. Entre birra, vino, sidra y partidito del Barsa en la tele, nos sumamos al folklore pueblerino de muy buena gana. Fuimos los últimos en irse y cerca de la medianoche salimos con el coche a buscar algún camping para dormir.

En la primer salida nos encontramos con un control policial. El oficial nos frenó, preguntó hacia donde íbamos y el titubeo paranoico de nuestra respuesta imprecisa derivó en una invitación gentil para hacer una prueba de alcoholemia que iba a tener un resultado inevitable. Fer se comió una multa saladita, luego se procedió a inmovilizar el auto con un cepo y dormimos ahí adentro hasta que volvieron a destrabar la rueda. Tropezón no es caída, dijimos, y continuamos…

Ese día pasamos por Bilbao y seguimos en dirección hacia Santander por una ruta rodeada de enormes montañas repletas de arboles. Antes de meternos en una ciudad preferimos parar en uno de los pueblos costeros que estan ubicados a pocos kilómetros de distancia. Laredo y Somo fueron algunos de ellos. Esa noche nos metimos de queruza en una inmensa playa. Nos escondimos detrás de unos medanos y preparamos mejillones con una hornallita a gas. Para beber, un vinito. Pasamos la noche en la carpa y al día siguiente llegamos cerca del mediodía a Santander. Inmediatamente me acerqué a la Terminal de autobuses para comprar mi boleto y otra ingrata sorpresa me estaba esperando. No había mas…

Tenia que volver a trabajar al Resto porque sino se pudría todo, así que no me quedó otra que tomarme un bus a Madrid, hacer noche allí, tirado en la puerta de la Terminal (del lado de afuera) y tomar el primer bus a Valencia.

Llegué aquí a las once de la mañana y Fede me pasó a buscar. Pude estar a tiempo en el trabajo y no hubo mas inconvenientes. Fer siguió su recorrida por el norte, yo volví a mi rutina de findes laborales.

Vamos a ver si sale algún laburin en estos tiempos, que es lo que mas se esta haciendo desear. Mientras tanto, sigo sobreviviendo. Espero que ustedes tambien!

martes, 8 de septiembre de 2009

Un verano de Julio y Agosto

Después de vivir cinco meses y medio en un lugar que era desconocido uno ya se empieza a familiarizar con los paisajes, la gente, los hábitos, y las palabras: “me mola” quiere decir “me gusta”, “me apaño” significa “me las arreglo”, “nano” es como decir “guacho” en un sentido coloquial, “vale” es “piola”, “coger” es “agarrar”, “flipar” es igual a “flashear”, etc. Estos pequeños detalles que diferencian a dos léxicos de un mismo idioma pueden ocasionar vergonzosos malentendidos, así que ténganlos muy en cuenta si piensan pisar este bonito país.
Durante los meses de Julio y Agosto Valencia se transforma en una sofocante ciudad tropical. La temperatura no baja de los 34 grados, las playas se superpoblan y los restaurantes costeros trabajan mucho mas que de costumbre. Esa fue la razón por la que me contrataron en el resto argentino para cubrir toda la temporada, sin ningún feriado, pero con jornadas de cuatro horas los días de semana y de ocho los sábados y domingos. Este cronograma laboral me permitió disfrutar de las tardes soleadas de verano, una excelente inversión de las horas libres. Conocí entonces las playas mas bonitas de la costa valenciana y me regalé inolvidables siestas haciendo la plancha en las aguas calmas, calidas y cristalinas del mediterráneo.
En el mail anterior les comentaba que debía solucionar el inconveniente de la vuelta del trabajo. Como siempre, cuando el dinero es poco, uno quiere ser el mejor comprador: me metí entonces a contactar gente que publicaba avisos de bicicletas usadas para vender y concreté dos reuniones. La primera me encontré con una bicicleta totalmente distinta a la de la foto publicada, y de un valor mucho mayor. Respiré hondo y volví a buscar. La segunda sí era la de la foto, pero estaba mas deteriorada de lo que me imaginé y ni siquiera le andaban los frenos. Esta situación me irritó lo suficiente como para decidir acercarme a un centro comercial deportivo y comprar una mountan bike que estaba en oferta. Moraleja: a veces, por querer hacer las cosas bien, lo hacemos todo mal.
La bicicleta me dio una independencia que hasta ahora no había tenido. La aventura de pedalear mas de 10km todas las noches de regreso a casa se transformo en un hábito saludable que me ayudó a recuperar un poco de piernas y a eliminar algo de toxinas. Casco, chaleco reflectante, luces delantera y trasera y mp3 fueron los accesorios incluidos de cada viaje.

Los sábados y domingos tenía horario cortado, así que a eso de las 4:30 de la tarde, cuando salía del turno “mediodía” me quedaba en la playa aledaña al resto, donde unos amigos argentinos tenían montado un “chiringuito” (el chiringuito es una especie de barcito de chapa ubicado sobre la playa, muy característico de la costa valenciana).
En este lugar pasé muy buenos momentos de charla, diversión, relajación, música, fútbol playero, sol y arena. Con Fede, participamos de un inmenso fogón, comimos algún que otro asado y tomamos varios fernets.

En El Puig, durante el mes de Agosto, se celebraron las fiestas religiosas del pueblo. Cada sábado una multitud de jóvenes mojados, disfrazados y enfiestados, se agrupaban en una especie de discoteca callejera improvisada con redes. El cachengue se prolongaba durante la tarde, así que como el calor y la borrachera no son buenos compañeros, desde el techo de la “disco” caía una llovizna finísima que empapaba sigilosamente a todos.
En otra parte del pueblo se festejaba de una manera muy distinta: vallaban con tablones una extensión de varias cuadras y los portones convencionales de las viviendas eran reemplazados por vallas de similares características. A las 18 hs soltaban al toro y todos a correr. Pocas veces en mi vida sentí tanta adrenalina. Yo, como buen foráneo, andaba de ojotas, y en un pique desesperado casi pierdo una en el camino. Gracias a dios llegué a una de las vallas que cerraba la calle y la subí con mas desesperación que velocidad. Ahí abajo se quedó el toro durante algunos minutos, medio enojado, medio desconcertado. Algún valiente vecino-torero lo desafiaba desde el otro extremo de la calle y después de un rato me pude bajar de las vallas, con las piernas medio trémulas y una adrenalina que me segregaba mas saliva de lo normal. Estuve unos minutos mas persiguiendo el rastro del toro y de pronto un simpático campesino apareció con seis vacas que casi me pasan por arriba. Ni bien el toro vio a sus hembras, otra vez a correr, otra vez a subir desesperadamente la primer valla que aparezca (siempre y cuando ya no esté repleta y te toque hacer un mano a mano con un torito enojado). Cuando volví a apoyar mis pies en el suelo sentí que había sido suficiente. Lo vi con mis propios ojos, experimenté la sensación que produce este singular ritual típico de las raras costumbres españolas, y se hizo la hora de volver al trabajo.
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La temporada de verano acaba de terminar y se nota mucho en las playas y bares. Desde ahora solo voy a trabajar los fines de semana, así que veremos que oportunidades nuevas aparecerán para seguir sobreviviendo.
Les dejo mis saludos!!

miércoles, 15 de julio de 2009

Al buen tiempo, buena cara.

Hola! yo de vuelta para contarles como viene la mano al otro lado del continente:
Cambiaron varias cosas desde la última vez que escribí y tuve oportunidad de conocer nuevos lugares y de acumular algunas anécdotas. También es cierto que la formula TIEMPO+DISTANCIA igual NOSTALGIA, comienza a reclamar consenso emotivo y se extrañan las comiditas, los paseos por el viejo Balles, las zapadas espontáneas entre muchos amigos y el dulce de leche La serenísima.
Lo último que les había contado era de mi regreso a El Puig y de la visita de Ceci. El pueblo se puso mas lindo que nunca y el calorcito trajo energía para hacer cosas, así que nos pusimos con Fede a pintar la casa. A esto me dediqué las primeras semanas luego de mi regreso a España. Puse en práctica mis capacidades en el campo de la albañilería y después de trabajar duro una buena cantidad de días, hoy puedo sentirme orgulloso de haber dejado una habitación impecable y un living entero listo para pintar. Durante las extensas horas de lijado, mientras el ruido de la maquinita lijadora que compramos por 4 euros producía una sensación hipnótica en mi mente, reflexionaba sobre cuán difícil es para algunos eso de ganarse la vida. La exigencia física, orgánica y mental de este tipo de trabajos es muy alta y si las herramientas utilizadas son de mala calidad (como el barbijo que usé) todo se complica un poco mas. Confieso que casi sufro un paro cardiovascular producto de una sobredosis de polvillo que amenazó con boicotear mi sistema respiratorio entero. No obstante, las preocupaciones se diluyeron junto con los tapones de engrudo que salieron de mi nariz durante los días en que se extendió la fase de lijado. Después de semejante experiencia no puedo menos que reafirmar mi reconocimiento para con la clase trabajadora y mi inconformidad con el respaldo tan incomodo que le tiene reservado este sistema. Por eso, cuando tengan gente laburando en casa hagan un poquito de justicia, sírvanle un vaso de coca, denle algo rico que comer e intenten hacer de su rutina algo medianamente soportable.
Cuando se me acabaron las ganas de lijar, me di varios paseos por los alrededores del pueblo y disfrute en soledad de los atardeceres incandescentes que trajo el verano. El germen de la culpa y la preocupación por el progresivo deterioro de mi economía y por la calidad improductiva de mis hábitos comenzaba a desarrollarse como una planta en su ecosistema adecuado. Fue entonces cuando Fede me propuso que lo acompañe a una gira laboral que tenia que hacer por todo el sur del país. En principio mi respuesta fue negativa pero mi moralismo mártir supo ceder a la insistencia de la tentación. A ultima hora dije que si, me arme una mochila con pocas prendas y a la ruta.
El primer destino fue Córdoba, donde tuvimos oportunidad de visitar la Mezquita Aljama, el monumento más hermoso que construyeron los musulmanes en occidente. Este lugar de más de 1200 años de antigüedad nos hizo olvidar un rato del calor para poder contemplar una arquitectura única y disfrutar de una atmósfera sedativa. Recorrimos un rato el lugar y en el camino nos encontramos con un patio repleto de árboles que tenía una gran fuente de agua helada donde pudimos sumergir los pies durante un rato. Nunca entendimos como era posible que el agua permaneciese tan fresca a pesar de estar sometida a las altísimas temperaturas de la superficie. Una vez que recompusimos el flujo sanguíneo de nuestros pies nos sentimos con fuerzas suficientes para emprender la caminata de regreso al auto.
El segundo destino fue Sevilla, la ciudad del flamenco. La verdad es que tenía muchas ganas de conocer un poco del folklore musical español y en este lugar tuve la gran oportunidad. Llegamos después de las cinco de la tarde y Fede se dedicó a trabajar hasta que oscureció. Salimos a cenar por el centro de la ciudad y comimos bastante mejor que en otros lugares. De ahí salimos a buscar algún bar para tomar unas cervecitas y una flamenqueada callejera nos obligó a mantenernos dentro del perímetro auditivo. Nos aprovisionamos de unos copetines y allí nos quedamos, espiando de reoreja durante un buen rato. El guitarrista era muy bueno y los amigos de alrededor se sumaban a cantar bujerías y trianas, sin una pizca de timidez. Luego entramos a un bar y la situación era similar: un grupo de gente, muchas voces y una guitarra musicalizaban la noche mejor que cualquier DJ.
Al día siguiente llegamos a Marbella, una ciudad turística con playas muy lindas. Anduvimos un ratito nada mas, como para decir que conocimos, y enseguida retomamos la ruta hacia Málaga, donde haríamos noche. Esta ciudad tiene partes muy exclusivas, con enormes mansiones que se suceden a lo largo de los varios kilómetros costeros, aunque también tiene zonas más urbanas y descuidadas. Salimos a la noche a un bar y nos encontramos con un contingente de “giris” (los giris son los característicos turistas nórdicos que suelen emborracharse hasta el desmayo y que al otro día, no se cómo, aparecen de vuelta para volver a hacer lo mismo). La pasamos muy bien y después de una breve siesta nocturna retomamos la ruta hacia Granada donde dimos un paseo por la zona y nos relajamos un poco de la intensa travesía semanal. Al cabo de unas horas nos encaminamos en dirección norte hacia nuestra Valencia querida y llegamos a casa cerca de la medianoche.
Naturalmente fue agradable volver a la comodidad de casa y al confort del colchón y las almohadas conocidas. Por suerte El Puig me tenía unas changuitas preparadas y al día siguiente de nuestro regreso ya me pude poner a laburar en la mudanza de la empresa de Maxi, el hermano de Fede. Es cierto que era una buena noticia, pero la situación laboral seguía sin estabilizarse y las preocupaciones se iban acumulando sigilosamente en mi conciencia. Una noche padecí el insomnio de la impotencia y me levanté a la madrugada para dispersar un poco la mente. Cuando me acerqué a la compu me encontré con una nueva sorpresa, pero aún más agradable que la anterior: Me había llegado un mail de un restaurante argentino para concretar una entrevista laboral. Lo contesté enseguida y me dediqué impacientemente a esperar su llamado.
Al dia siguiente el resplandor de la esperanza me había recargado las energías y después de cumplir con la jornada de la mudanza, me fui a jugar un basket con la gente de la empresa. Tan mala fue mi suerte que me esguince la muñeca en una jugada desafortunada.
Está claro que la vida no me quería poner las cosas fáciles y al otro día fui a la entrevista con la mano izquierda hinchada y morada. La tenía totalmente inutilizable y comenté en la entrevista que simplemente había tenido un golpecito. Me creyeron, creo, y al otro día arranqué de camarero. Me las pude arreglar apoyando la bandeja en el antebrazo y evitando gritar de dolor cada vez que el tendón me daba un pinchazo eléctrico en toda la mano. De esto hace ya mas de una semana y media, y la mano va mucho mejor. El restaurante es chico y los dueños son buena gente. El único problema que tengo pendiente es el de la vuelta del trabajo. A las 12:30 Am ya no hay mas transportes públicos así que me compraré una bici y volveré pedaleando. Son unos 10 km de distancia diarios que me van a venir muy bien para revertir la situación crítica de mi estado físico.
Así están las cosas por aquí… Estoy animado porque la situación se estabilizó un poco y si todo va bien es posible que continúe trabajando después de la temporada.
Espero que la gripe porcina no le siga jodiendo la vida a nuestro jodido y queridísimo país. Saludos valencianos!

sábado, 23 de mayo de 2009

Que voy, que vengo, que al final regreso.

Hola de nuevo!!! Quizás todavía se acuerden de mí, un chaval que hace un tiempo mandaba mails contando las cosas que le pasaban en su viaje a Europa. El mismo que es vecino de un tal Romeo, pero que no se lo encuentra nunca y por eso dejó de relatar chismes de su vida y sus distinciones. Ese que va a disfrutar del aire libre y la naturaleza de una plaza, pero que cuando ve procesiones de gente entonada de vino, se olvida de todo y va para allá.
Bueno, lo cierto es que hoy, después de un mes de ausencia bloggera o mailera o como quieran llamarlo, se me juntaron varias cosas para contarles, sucesos que fueron alimentando de experiencias (algunas gratas, otras no tanto) este viaje que comenzó a mediados de marzo.

Nos habíamos quedado en que ya estaban en marcha los planes de visitar Portugal. La ansiedad del viaje inminente funcionó como aliciente ambulante, y aproveché una escapadita de trabajo que Fede tenia que hacer a Madrid para acoplarme al plan en calidad de asistente para el ocio. Fue entonces cuando volví a recorrer los paisajes de esa ruta que significaron el primer impacto agradable de mi viaje. Salimos muy temprano y llegamos a la capital Española antes del mediodía. Lo acompañé a Fede en algunas de sus tareas, aunque sin descuidar la responsabilidad ociosa que me había sido designada. Dimos vueltas por varios Shoppings y mientras mi compañero negociaba, yo caminaba y me empecinaba en descubrir el secreto de que estos lugares sean tan parecidos en todo el mundo.
Aburridos de ver tantas veces las mismas vidrieras y sin haber descubierto el secreto, fuimos con Fede hacia el hotel donde nos quedamos hasta que el anochecer vaticinó mi momento protagónico del viaje, la gira. Salimos entonces al centro Madrileño y dimos unas caminatas nocturnas hasta llegar a un barcito que nos pareció adecuado para hacer lo que teníamos que hacer. Nos tomamos unas birritas y trabamos amistad con el barman que se copó y nos invitó un par mas. A nuestro lado había un grupo de italianos que también estaba calentando motores y pegamos buena onda, nos pasaron unas datas sobre los lugares mas apropiados para visitar en nuestra jornada nocturna y siguieron su camino después de unos sinceros saludos fraternales. Ya un poco entonados y a la deriva por Madrid decidimos recopilar algo mas de información antes de jugarnos a caer a un lugar no correspondido. Fue entonces que conocimos a Chiara, Patricia y Davide, tres tanos divertidos que andaban en la misma que nosotros, y que confundiéndonos con tarjeteros cayeron en la trampa de preguntarnos a dónde se podía salir una noche de martes en Madrid.
Los invitamos a que nos acompañen a un lugar que supuestamente conocíamos y que era el mas adecuado, nos jugamos un pleno y una vez que llegamos a la puerta del bar que “buscábamos” apareció un grupo de chicas, súper enfiestadas y gritonas que se acoplaron a nuestro grupo de un segundo a otro y que también fueron invitadas a pasar al bar. Allí estábamos, rodeados de un montón de gente amiga que ni siquiera conocíamos, allí nos quedamos el resto de la noche. Yo, con mi conciencia tranquila de que todo salió bien en mi momento protagónico del viaje. Cuando salimos de bar acompañamos a nuestros amigos tanos a su hostel y emprendimos el regreso a nuestro hotel.
El día laboral de Fede se hizo muy difícil, pero después de alguna que otra reunión ya pudimos agarrar la ruta de regreso a Valencia y nos dimos el lujo de desviarnos un poquito del camino y bajar a patear una pelota en el medio de los campos mas hermosos que vi en la vida.


Llegar a Valencia fue como llegar a casa. La corta pero intensa travesía por Madrid nos dejó exhaustos pero también nos acercó un poquito a la ruta. Tal es así, que al llegar el fin de semana, habiendo descansado lo insuficientemente suficiente, a Fede se le ocurrió preguntarme si tenia interés en conocer Barcelona. Una hora después ya estaba la guitarra en el coche, ya habíamos cargado nafta y acabábamos de agarrar la autopista que nos llevaría directamente a la provincia catalana. Llegamos allí a eso de las dos de la mañana de un viernes, justo a tiempo para experimentar la sensación de mezclarse en la mas opulenta diversidad social que alguna vez haya imaginado. La noche en Barcelona es algo muy particular, está lleno de todo. Es el mejor ejemplo de lo “cosmopolita”. Africanos, nórdicos, orientales, latinoamericanos, rokeros, caretas, machos, macho menos y mucho mas de todo, conviven en un tiempo y espacio común.
Nos quedamos el fin de semana en esta increíble ciudad pernoctando en el auto y alcanzamos a recorrer algunos de los lugares mas interesantes, como el parque G ü el y la catedral de “La sagrada Familia”.
El domingo al mediodía amanecimos decididos a partir y satisfechos por la escapadita, tomamos la autopista de regreso a Valencia y antes de llegar a casa nos desviamos hacia una de las playas del Puig para inaugurar la temporada de mar. Chapuzón y tembleque, luego relajado cansancio y mas tarde placentero descanso.
Los días siguientes fueron tranquilos, como siempre en este lugar, y solo faltaba ultimar los detalles para el viaje a Portugal.
El 5 de mayo tomé el avión desde Valencia hasta Madrid, donde me encontré con mi hermana que había llegado unas horas antes desde Buenos Aires. Tuvimos que esperar algunas horas el vuelo hacia Lisboa y cuando finalmente arribamos, mi primo Mariano nos estaba esperando. Resulta que él está viviendo hace unos 7 años en Portugal y esta era una oportunidad inmejorable para conocer un poco de su vida lejos de casa. Lo cierto es que no le va nada mal, vive en una casa muy linda con su mujer y sus hijos. Trabaja mucho pero siempre tiene tiempo para compartir con su familia. Con él recorrimos muchos de los lugares mas lindos de Portugal y aprendimos a comunicarnos rústicamente en el idioma nativo.
Igna, el mayor de sus tres hijos (tiene 10 años), nos invitó a presenciar una clase de música en su escuela a cambio del compromiso de tocar “persiana americana” para todo el curso. Trato hecho, le dije, y allí estuvimos disfrutando de dos horitas muy distendidas en las que fuimos agasajados por melodías de voces infantiles que nos sorprendieron por su afinación. Fue una experiencia muy linda que ojala algún día se repita.
Los primeros días recorrimos Cascai, que es la ciudad en la que vive Mariano. Tiene playas muy lindas y calles vistosas que constantemente ondulan su relieve formando montañas de asfalto y complicando la vida del peatón. Conocimos la feria de frutas y verduras y disfrutamos de un folklore genuino y agradable entre gritos de vendedores que hacían sus mejores ofertas.
El viernes salimos con Ceci a conocer un poco de la vida nocturna de Cascais, y paramos en un barcito donde la birra estaba barata y pudimos acomodarnos en unos silloncitos. Hasta ahí todo muy bien, diría que demasiado. De pronto aparecieron unos policías en camionetas y se empezaron a llevar gente que estaba escabiando en la plaza ubicada justo en frente del bar en el que estábamos. Inmediatamente el barman comenzó a pedir que nos vayamos y se alteró un poco el ambiente. Salimos algo aturdidos pero tranquilos, y caminamos en dirección a la casa de mi primo. Eran las 3 de la mañana, a pocos metros de llegar a destino notamos que desde atrás venían varias personas. Una de ellas la corrió a Ceci hacia un lado de la calle y las otras dos me corrieron a mí hacia el otro lado. Estaban armados así que fue evidente que se trataba de un asalto. Mientras nos sacaban todo lo que llevábamos, un auto pasó por el medio de la calle y los esperó a unos 80 mts. Todo fue en un instante, se llevaron lo que querían y corrieron hacia el auto. Uno de ellos tuvo la gentileza de tirarme la billetera con los documentos, y sin mas, desaparecieron.
Por supuesto que fue un golpe duro, y que la sensación de impotencia tardó varios días en desaparecer. Sin embargo siento que dejó algo bueno, nos desmitificó esa idea de “seguridad” que uno siente cuando anda por alguno de los países del “primer mundo”. Tercero, segundo, o primero, todos tienen su lado bueno y su lado malo, sus libertades y sus restricciones, sus bellezas y sus miserias. No nos sintamos ni mejores ni peores que nadie.
La perdida material no significó mucho porque mi primo se encargó de que no nos falte nada, así que tampoco anduvimos con privaciones y nos fuimos con Ceci a conocer Porto, lugar muy interesante por sus paisajes y la arquitectura, ubicado en el norte de Portugal. Es una ciudad unida por un enorme puente que cruza los 500 metros de ancho del rio que la divide en dos. Pasamos una noche allí y regresamos en el mismo tren de alta velocidad con el que habíamos llegado, al día siguiente me tocaba volar a Valencia.

El viaje estuvo bien, y “el Puig” me recibió sin una nube y con un sol mas veraniego que primaveral. Ya anduve tirando unas puntas por laburo así que veremos que pasa con eso que es lo único que me faltaría para acomodarme un poco mas a esta vida. Ceci vino unos días a Valencia y la llevé a conocer algunos de los lugares que les describí en otros mails. Si se la cruzan, pregúntenle si miento. Fue un placer tenerla aquí y espero que no pase demasiado tiempo hasta que volvamos a vernos.
Sin mas, les dejo mis saludos.

sábado, 11 de abril de 2009

Pascua y mesniversario

Hola de nuevo! Desde Valencia los saludo luego de un mes de nuevas experiencias. Las cosas aquí no han cambiado mucho durante las semanas que pasaron sin escribir y por el momento reina la tranquilidad en este sitio que ya empiezo a asimilar como un hogar. Me he tomado la libertad de hacer con mi tiempo lo que se me de la gana y estuve recuperando energías que el agobio académico y laboral habían consumido. Sin horarios, ni profesores, ni jefes, logré alivianar el bagaje de mi conciencia y mis preocupaciones lentamente van adquiriendo un matiz diferente.

Con Fede la convivencia anda muy bien. Nos la hemos rebuscado para pasarla bien en nuestro tiempo libre y también adoptamos una actitud diligente y eficaz para mantener la casa limpia y en orden.


El domingo pasado fuimos a una plaza impresionante de Valencia que tiene una extensión de varios kilómetros y está ubicada en el medio de la ciudad. Lo particular de este lugar es que tiene la forma una fosa gigante (originalmente albergó el cauce de un río) y se encuentra repleta de árboles, pasto, fuentes, lagos y gente. Con Fede nos acomodamos en una parcela bien tupida de pasto, ubicada a la orilla de un laguito atravesado por grandes arcos de piedra que sostienen el puente que cruza toda la plaza. Allí guitarreamos durante un buen rato hasta que hubo algo que nos llamó poderosamente la atención: Una afluencia importante de gente con copas de vino en la mano volvía de una zona inexplorada por nosotros hasta ese momento. El índice fue suficiente para que sepamos que a pesar de todo, estábamos en el lugar equivocado. Enfundamos la guitarra y caminamos a contracorriente de los transeúntes de nariz colorada, ojos vidriosos y carcajada fácil, hasta llegar a una especie de feria repleta de tiendas blancas que ofrecían degustaciones de vino. Sacamos el bono y tuvimos 10 copitas de buen vino, que luego de aplicar algunos recursos argumentativos se transformaron en varias más. A la nochecita tocó una banda y nos quedamos ahí hasta que el fresco aplacó los efectos aclimatantes del alcohol y no hubo más remedio que emprender la caminata hasta el auto.


Ayer fuimos al chalet de Maxi, el hermano de Fede, y nos agasajaron con un soberbio salmón ahumado al que se sumaron unas partidas de truco y unos vinitos muy ricos. Quedamos tan saciados de placer que a las 7 de la tarde ya no podía más y me vine a clavar una siesta a casa que me dejó demasiado tranquilo como para pensar en salir. Así que hoy me levanté fresquito y saqué mi pasaje para ir a visitar a mi primo Mariano, que vive en Portugal. La sorpresa es que hago escala en Madrid y allí me encuentro con mí querida hermanita melliza que aprovechó el envión para venir a conocer un poco del viejo continente. La familia unida en Lisboa!


Hoy seguramente vayamos a dar unas vueltas por aquí para festejar las pascuas.


Felicidades!


PD: Me lo crucé a Romeo el otro dia en la escalera del nuestro edificio y tuvimos una breve y respetuosa charla que no pudimos profundizar debido a responsabilidades socio-técnicas que ameritaban al ilustre personaje. Los mantengo al tanto de eso...

viernes, 27 de marzo de 2009

Al que madruga dios lo ayuda, y a mi también


En estos días las cosas han ido bien. El pueblo en donde estoy viviendo se llama “el Puig” (aunque se pronuncia “el Puch”), y es un lugar realmente agradable. Durante la mayor parte del día, el silencio y la tranquilidad se adueñan de las calles y el aire fluye ligero y fresco. Los colores que se ven en la arquitectura típica son el pastel, salmón, cremita, por lo que da la impresión de estar en un pueblo tonalizado en zepia.
El último día de “las fallas” nos hicimos amigos de unas chicas austriacas muy simpáticas y amigables. Una de ellas actualmente vive en Madrid, pero había viajado hasta Valencia para encontrarse con su amiga, de Austria, que llegó para disfrutar del festival. Estuvimos charlando con ellas sobre muchas cuestiones culturales y decidimos agasajarlas con una carne a las brasas (no me atrevería a decir que fue un asado) tan deliciosa que una de ellas tuvo que renunciar a su tendencia vegetariana y manducarse un delicioso manjar , elaborado por fede a fuego de leña y muy lento.
El domingo nos levantamos mas relajados y decidimos que lo mejor sería disfrutar del contacto con la naturaleza. Cargamos la guitarra y salimos del pueblo atravesando los campos de naranjos hasta llegar a una especie de médano de piedra, desde donde se podían ver todas las plantaciones que rodeaban a los pocos kilómetros cuadrados que componen a “el Puig” (el Puch). Desde ahí arriba contemplamos ese paisaje, respiramos ese aire y nos dedicamos a ponerle un poco de música al silencio rumoroso de la naturaleza. Una vez entrada la noche decidimos volver por el camino desolado y no tuvimos mas percance que el de presenciar una escena de sexo “in car” que anhelamos no haber interrumpido con nuestra presencia.


El lunes llegó Mercedes, una gran amiga de México que andaba dando vueltas por Europa y decidió venir a visitarnos aquí. Con ella estuve un rato en Valencia y luego la traje a conocer este lugar. Fede la invitó a que se quede unos días, así que también tuvimos la suerte de probar algunas de sus especialidades culinarias y de rememorar el simpático lunfardo mexicano. Cuando Fede trabajaba nosotros nos escapábamos para conocer mejor este lugar y en uno de nuestros paseos por el pueblo sucedió algo especial: mientras caminábamos rodeados de persianas cerradas y aceras vacías, el paisaje cambió rotundamente. De repente nos encontramos con una galería abierta, repleta de artefactos, cables, utencillos, electrodomésticos irrecuperables y hasta dispositivos generadores de energía solar!! Por el ritmo de la caminata no tuve mucho tiempo para visualizar con detenimiento el disonante pero atractivo paisaje que interrumpía la quietud lugareña y tuve que frenar a pocos metros del lugar para retroceder sobre mis pasos y pedirle al buen hombre que estaba trabajando ahi dentro si me permitía sacarme una foto con él. Así fue como conocí a “Romeo, el hombre de los 9 oficios”. Un señor ya entrado en años, pero con la energía y vitalidad de un joven aprendiz.
Resulta que este agradable personaje de altísima reputación en el pueblo, dedicó la mitad de su vida a desarrollar sus nueve oficios (que no son pocos y por eso no los recuerdo) y la otra mitad a transmitírselo a la sociedad, a los jóvenes sin educación o con problemas de drogas, o simplemente a los que no sabían hacer nada. Nuestro nuevo amigo se tomó el trabajo de contarnos las tres cuartas partes de su vida con una minuciosidad propia de quien posee nada menos que nueve oficios.
Luego de haber audicionado unos intensos y largos minutos de relato autobiográfico, no suena exagerado señalar que Romeo es una institución en el pueblo, y saben que es lo mejor? Vive justo abajo del departamento de Fede!! Así que seguramente tendrán más novedades de este singular personaje.
Hoy es el último día de Merce en la casa así que vamos a preparar una rica comida para que siga adelante con el viaje que viene haciendo desde hace más de dos meses. Nos la pasamos muy bien con ella y seguramente volvamos a cruzarnos por México o por algún otro lado.

La última novedad que tengo para transmitirles es que con fede nos pusimos de acuerdo para dejar el cigarrillo y lo estamos logrando. Aunque cuesta un poco y ya se haya prendido algún tabaquito para aliviar la abstinencia, creo que estamos por buen camino y tarde o temprano lo lograremos ambos.
Eso ha sido todo por hoy!!! Espero que ande todo muy bien por allá. En cuanto a lo que pasa por aquí, no tienen de que preocuparse. Saludos!!!

viernes, 20 de marzo de 2009

Acto fallido

Hoy se cumple mi primera semana en Valencia y pareciera que toda la ciudad festejó por eso. Ayer por la noche fue el último día de “las Fallas” y todo el pueblo valenciano salió a las calles a disfrutarlo. Entre estruendos ensordecedores y olor a pólvora una multitud que copó las avenidas más importantes se dedicó pacientemente a esperar el gran momento: la quema de “las Fallas”.
Voy a tratar de explicar en pocas palabras de que se trata esta festividad. Las Fallas se celebran en honor a San José, padre de Jesús y patrón de los carpinteros. A lo largo de todo el año distintas agrupaciones de vecinos forman las “comisiones falleras” dedicadas a organizar la construcción de unos monumentos (fallas) que luego entrarán a un concurso. Este concurso premia a la falla ganadora indultándola para evitar que sea incinerada como todas las demás y le da un lugar en el museo de Valencia donde será conservada y expuesta junto con las fallas ganadoras de otros años. Todo este ritual dura casi una semana y el número de monumentos construidos supera la cantidad de 700.
Ahora se pueden hacer una idea de lo que significa el día de la quema. La ciudad arde en llamas cada tres esquinas y todos advierten el momento porque curiosamente el fuego surge de un relampagueo violento de petardos que en pocos minutos transforma una imponente obra de arte en escombro y ceniza. Los bomberos (que necesariamente tienen que estar en el lugar antes de que se prenda fuego "la falla") apagan todo, juntan los escombros y los dejan arrinconados mientras se dirigen a otra "falla" para volver a empezar con el mismo proceso.
Así me recibió esta ciudad y no puedo menos que sentirme satisfecho por eso. Todo fue fiesta, arte, música y amistad cosmopolita en mi primera semana de desarraigo.

Gracias por hacerme llegar tanta buena vibra, sepan que se traduce en combustible espiritual!!! Saludos!