miércoles, 15 de julio de 2009

Al buen tiempo, buena cara.

Hola! yo de vuelta para contarles como viene la mano al otro lado del continente:
Cambiaron varias cosas desde la última vez que escribí y tuve oportunidad de conocer nuevos lugares y de acumular algunas anécdotas. También es cierto que la formula TIEMPO+DISTANCIA igual NOSTALGIA, comienza a reclamar consenso emotivo y se extrañan las comiditas, los paseos por el viejo Balles, las zapadas espontáneas entre muchos amigos y el dulce de leche La serenísima.
Lo último que les había contado era de mi regreso a El Puig y de la visita de Ceci. El pueblo se puso mas lindo que nunca y el calorcito trajo energía para hacer cosas, así que nos pusimos con Fede a pintar la casa. A esto me dediqué las primeras semanas luego de mi regreso a España. Puse en práctica mis capacidades en el campo de la albañilería y después de trabajar duro una buena cantidad de días, hoy puedo sentirme orgulloso de haber dejado una habitación impecable y un living entero listo para pintar. Durante las extensas horas de lijado, mientras el ruido de la maquinita lijadora que compramos por 4 euros producía una sensación hipnótica en mi mente, reflexionaba sobre cuán difícil es para algunos eso de ganarse la vida. La exigencia física, orgánica y mental de este tipo de trabajos es muy alta y si las herramientas utilizadas son de mala calidad (como el barbijo que usé) todo se complica un poco mas. Confieso que casi sufro un paro cardiovascular producto de una sobredosis de polvillo que amenazó con boicotear mi sistema respiratorio entero. No obstante, las preocupaciones se diluyeron junto con los tapones de engrudo que salieron de mi nariz durante los días en que se extendió la fase de lijado. Después de semejante experiencia no puedo menos que reafirmar mi reconocimiento para con la clase trabajadora y mi inconformidad con el respaldo tan incomodo que le tiene reservado este sistema. Por eso, cuando tengan gente laburando en casa hagan un poquito de justicia, sírvanle un vaso de coca, denle algo rico que comer e intenten hacer de su rutina algo medianamente soportable.
Cuando se me acabaron las ganas de lijar, me di varios paseos por los alrededores del pueblo y disfrute en soledad de los atardeceres incandescentes que trajo el verano. El germen de la culpa y la preocupación por el progresivo deterioro de mi economía y por la calidad improductiva de mis hábitos comenzaba a desarrollarse como una planta en su ecosistema adecuado. Fue entonces cuando Fede me propuso que lo acompañe a una gira laboral que tenia que hacer por todo el sur del país. En principio mi respuesta fue negativa pero mi moralismo mártir supo ceder a la insistencia de la tentación. A ultima hora dije que si, me arme una mochila con pocas prendas y a la ruta.
El primer destino fue Córdoba, donde tuvimos oportunidad de visitar la Mezquita Aljama, el monumento más hermoso que construyeron los musulmanes en occidente. Este lugar de más de 1200 años de antigüedad nos hizo olvidar un rato del calor para poder contemplar una arquitectura única y disfrutar de una atmósfera sedativa. Recorrimos un rato el lugar y en el camino nos encontramos con un patio repleto de árboles que tenía una gran fuente de agua helada donde pudimos sumergir los pies durante un rato. Nunca entendimos como era posible que el agua permaneciese tan fresca a pesar de estar sometida a las altísimas temperaturas de la superficie. Una vez que recompusimos el flujo sanguíneo de nuestros pies nos sentimos con fuerzas suficientes para emprender la caminata de regreso al auto.
El segundo destino fue Sevilla, la ciudad del flamenco. La verdad es que tenía muchas ganas de conocer un poco del folklore musical español y en este lugar tuve la gran oportunidad. Llegamos después de las cinco de la tarde y Fede se dedicó a trabajar hasta que oscureció. Salimos a cenar por el centro de la ciudad y comimos bastante mejor que en otros lugares. De ahí salimos a buscar algún bar para tomar unas cervecitas y una flamenqueada callejera nos obligó a mantenernos dentro del perímetro auditivo. Nos aprovisionamos de unos copetines y allí nos quedamos, espiando de reoreja durante un buen rato. El guitarrista era muy bueno y los amigos de alrededor se sumaban a cantar bujerías y trianas, sin una pizca de timidez. Luego entramos a un bar y la situación era similar: un grupo de gente, muchas voces y una guitarra musicalizaban la noche mejor que cualquier DJ.
Al día siguiente llegamos a Marbella, una ciudad turística con playas muy lindas. Anduvimos un ratito nada mas, como para decir que conocimos, y enseguida retomamos la ruta hacia Málaga, donde haríamos noche. Esta ciudad tiene partes muy exclusivas, con enormes mansiones que se suceden a lo largo de los varios kilómetros costeros, aunque también tiene zonas más urbanas y descuidadas. Salimos a la noche a un bar y nos encontramos con un contingente de “giris” (los giris son los característicos turistas nórdicos que suelen emborracharse hasta el desmayo y que al otro día, no se cómo, aparecen de vuelta para volver a hacer lo mismo). La pasamos muy bien y después de una breve siesta nocturna retomamos la ruta hacia Granada donde dimos un paseo por la zona y nos relajamos un poco de la intensa travesía semanal. Al cabo de unas horas nos encaminamos en dirección norte hacia nuestra Valencia querida y llegamos a casa cerca de la medianoche.
Naturalmente fue agradable volver a la comodidad de casa y al confort del colchón y las almohadas conocidas. Por suerte El Puig me tenía unas changuitas preparadas y al día siguiente de nuestro regreso ya me pude poner a laburar en la mudanza de la empresa de Maxi, el hermano de Fede. Es cierto que era una buena noticia, pero la situación laboral seguía sin estabilizarse y las preocupaciones se iban acumulando sigilosamente en mi conciencia. Una noche padecí el insomnio de la impotencia y me levanté a la madrugada para dispersar un poco la mente. Cuando me acerqué a la compu me encontré con una nueva sorpresa, pero aún más agradable que la anterior: Me había llegado un mail de un restaurante argentino para concretar una entrevista laboral. Lo contesté enseguida y me dediqué impacientemente a esperar su llamado.
Al dia siguiente el resplandor de la esperanza me había recargado las energías y después de cumplir con la jornada de la mudanza, me fui a jugar un basket con la gente de la empresa. Tan mala fue mi suerte que me esguince la muñeca en una jugada desafortunada.
Está claro que la vida no me quería poner las cosas fáciles y al otro día fui a la entrevista con la mano izquierda hinchada y morada. La tenía totalmente inutilizable y comenté en la entrevista que simplemente había tenido un golpecito. Me creyeron, creo, y al otro día arranqué de camarero. Me las pude arreglar apoyando la bandeja en el antebrazo y evitando gritar de dolor cada vez que el tendón me daba un pinchazo eléctrico en toda la mano. De esto hace ya mas de una semana y media, y la mano va mucho mejor. El restaurante es chico y los dueños son buena gente. El único problema que tengo pendiente es el de la vuelta del trabajo. A las 12:30 Am ya no hay mas transportes públicos así que me compraré una bici y volveré pedaleando. Son unos 10 km de distancia diarios que me van a venir muy bien para revertir la situación crítica de mi estado físico.
Así están las cosas por aquí… Estoy animado porque la situación se estabilizó un poco y si todo va bien es posible que continúe trabajando después de la temporada.
Espero que la gripe porcina no le siga jodiendo la vida a nuestro jodido y queridísimo país. Saludos valencianos!